En su libro Ontología del lenguaje, Rafael Echeverría se interesa en establecer algunas premisas básicas. Una de ellas es que en el hablar se observan cinco actos lingüísticos básicos identificados como: juicios, declaraciones, afirmaciones, pedidos y promesas que incluyen las ofertas, sobre los que se explaya.
Según Echeverría, el acto lingüístico básico es la declaración, y todo es una declaración. Hablar es declarar. Cada vez que el hombre habla, declara algo, y lo sostiene a un punto tal que bien puede decirse que hay un sólo acto lingüístico, la declaración, con cinco maneras de manifestarse: como declaración, como juicio, como afirmación, como pedido y como promesa que incluye la oferta.
Además de la persona que declare, el contexto juega un rol determinante en los efectos que producirá en el mundo esa declaración. El hecho de identificar un acto lingüístico como declaración no trae aparejado en sí un efecto determinado, ya que éste dependerá de la persona que lo emita y del contexto en el que haya sido realizado.
En consecuencia, el hecho de hablar en sí mismo, es más una posibilidad de acción que su certeza, y no necesariamente producirá un determinado efecto en el mundo, ya que éste para ocurrir dependerá, en principio, del contexto en el que ese hablar suceda y de quién sea el que hable. Incluso podría no producir efecto alguno.
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